William Adolphe Bouguereau |
Te acerco a la carnosidad de
mis labios apretándote entre mis dientes.
Pronto, tu cuerpo entra en calor como
gélido metal ansioso de lumbre. Ya mi índice, ya pulgar, a los que pellizcas
con levedad, abren cuidadosamente tu tímida boca a punto de doblegar. Te
sostengo como nota musical ―como DO, como SI, como LA...― unos segundos mientras la sangre se agolpa y
el latido del corazón se hace sentir en las falanges de mis dedos. Ven ―te digo―,
acaricia mis cabellos con suavidad, como hace el viento sin brío. Ven, pero
muerde al tiempo con fuerza de joven zagal,
forjada en el campo con el estío... y en invierno con el frío...a la voz
del capataz.
A la horquilla de mi melena.
Esperanza
3 comentarios:
Hola Esperanza.
Que cálida bienvenida.
Me recuerda el final de una poesía de Bertolt Brecht:
...und Begierde verschlug mir die Stimme.
Baldur
Hola, Baldur.
Una horquilla es lo que se merece por ser tan fiel a nuestro cabello.
Gracias por leer y comentar tu parecer.
Un abrazo.
Me encantan las sorpresas...gracias!
Erika
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